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Fuera varios días

Lo sabes desde el día que oyes hablar de ello. Hay un evento de cierto nivel y te tocará asistir.
El proceso comienza mucho antes  de ese día... comienza desde que tienes que pensar en billetes de avión, en reservas de hotel, en todas las variables, en lo que hay  que llevar, en lo que hay que preparar de antemano.

¿Mejor ir unos días antes y aprovechar para ver a amigos y conocidos? ¿Mejor quedarse unos días después y así desconectar del trabajo?
Considerar todas las opciones durante varios días (si hay tiempo, incluso hasta un par de semanas) y al final no decantarse por ninguna de ellas. La ganadora: ir sólo con el tiempo  necesario para asistir al evento en cuestión. Ir, trabajar, volver.
Ir antes sería matador, conoces a tus amigos, pero sobre todo TE conoces, sabes que no habría descanso, que no pararías y que el primer día del encuentro ya estarías por los suelos.

Y esto es una carrera de fondo. Hay que llegar al final en buena forma.

Quedarse más tarde no merece la pena, acabas tan muerta que sólo visualizas una cama para las 48 horas siguientes.

Llegas, el hotel, todo listo. Compruebas lo necesario, haces todavía un par de arreglos de última hora.

Y dan el pistoletazo de salida.

Con problemas que hay que solucionar, cómo no, mientras todo está en marcha, sonriendo, poniendo disculpas y buscando a los encargados /responsables que te puedan dar una solución. En algún momento todo empieza a fluir, te abandona la rigidez y la sensación de estar trabajando.

Los días siguientes son mejores, ya conoces a alguna gente, resulta más sencillo hablar con otros a los que antes no se le ponía cara...  aunque también quedan aquellos que no dejan de ser tu objetivo potencial pero que se resisten y los que son difíciles de alcanzar.

Cuando el último día todo termina, te das cuenta de que por fin, a punto de acabarse, lo estabas pasando bien, en el medio de la nube, disfrutando, pero sin perder de vista la finalidad de todo aquello.


Se hace de día y toca reorganizar todo lo que has traído en la maleta. Debería caber de nuevo, aunque se resiste. El desayuno, tardío, ver a más caras, comentar las últimas horas y por fin ir hacia el aeropuerto. En ese momento agradeces no haberte quedado, no  tener conocidos alrededor, no tener que hablar más.

Llegar a casa, meter la llave en la cerradura. Pensar en las horas tranquilas de las que vas  a disfrutar. Dormir. Dormir. Recuperar esas horas de vigilia de toda la semana. La maleta. La ropa por lavar. Todo el trabajo que se avecina. Las risas que a pesar de todo te has echado.

Está bien. En el fondo, está bien, al menos desde mi posición. Pero por cada semana fuera necesito otra para recuperarme y no sé si me salen las cuentas. Los eventos acaban conmigo.

3 comentarios:

el chico de la consuelo dijo...

Pues a mi cuando voy a algún sarao fuera si que me gusta quedarme aunque sea un par de dias, ves cosas que no has visto o simplemente paseas o si hay piscina en el tejado te quedas allí tumbado a la bartola!

PS-.. Te eché de menos en mi blog en los comentarios a los libros del gallego Domingo Villar

Bett dijo...

Tengo que reconocer que la tuya es también una gran opción... pero no sé, me daría pena en cierta parte estar en un sitio que no conozco y "desaprovechar" el tiempo estando en él sin hacer nada...

Así que prefiero volver al hogar, dulce hogar, y planear un viaje de vacaciones o de desconexión a ese mismo sitio.


En cuanto a lo de Domingo Villar, tengo que repasar entonces tus posts, porque llevo un par de semanas accediendo poco a Internet y se me ha debido colar ¡Imperdonable!

También te quería comentar sobre el que hiciste de Corazón tan blanco... igual me pongo ahora y comento todos seguidos para ponerme al día :)


Disfruta del domingo!

el chico de la consuelo dijo...

me acabo de enterar que la mujer de Domingo Villar es aragonesa

http://www.galiciaenmadrid.com/2011/05/domingo-villar-a-punto-de-publicar-de-nuevo/