Suscribirse por correo electrónico

Viejas sensaciones

¿Tú no habías estado en ....? Mi compañera se quiere ir allí este verano, ¿algún consejo?

Lo reconozco, he perdido algo de fuelle y últimamente sólo viajo aproximadamente una vez al mes. Ahora mis viajes son a destinos más o menos aburridos... pero sigo siendo alguien a quien se le pregunta cuando se piensa en planear alguna excursión al extranjero.

Para contestar a esa petición y dar referencia exacta del lugar donde me había alojado me vi obligada a rebuscar entre mis correos de hace ¡cinco años! (¿¡Cinco años yaaa!? Bueno... dejemos  mejor las impresiones temporales).

Busqué y en poco tiempo encontré el correo que buscaba. Pero con él aparecieron retazos de otros que había olvidado. Correos de gente a la que casi había olvidado por lo fugaz del encuentro con esas personas, gente que conoces en viajes y con la que, a la vuelta intercambias un par de correos. Correos de gente que sigue en mi vida, que sigue apareciendo como remitente habitual. Correos de gente que desapareció, o que al menos ya no está tan presente.

Es curioso. Annie Hall relató el otro día la sensación de reencontrarse con un viejo amor. En mi caso, releyendo alguno de los correos he vuelto a sentirme como entonces, he experimentado la misma sensación que aquel entonces me producían... pero al llegar al final de las líneas y cerrar la página, todo aquello se ha ido. Revisitar el pasado me crea una sensación extraña... en cierto modo, me hace preguntarmse en parte cómo habría evolucionado de no haber tomado las decisiones que tomamos, dudar de si el final habría sido diferente y aún así, recordar perfectamente los motivos y las razones que tomé, aunque sin saber si eran lo mejor o no.

En todo caso, es pasado... no sé si bueno o si malo, pero allí se quedó y el presente nos reclama. Sin embargo, no deja de ser curioso que, a pesar de que parece que el tiempo pasa lentamente, de pronto, con una tontería así, me doy cuenta de lo mucho que sí ha pasado, de cuánto han cambiado las personas y cuánto nos han cambiado también los años. Quiero creer que, como los vinos, siempre para mejor.

Conseguí encontrar la dirección que me pedían. Le envié junto con ella, las apreciaciones personales de la ciudad y alguna recomendación. Espero que lo disfrute tanto como yo.

1 comentario:

el chico de la consuelo dijo...

A veces me avergüenzo releyendo cartas ajadas, amarillas.
Cartas que me escribieron como retorno de lo que previamnete envie, cartas que dejaron esperas interminables y ansiosas de dias sin respuesta. Hoy sin embargo de tuit en tuit apenas pasa un sorbo de viento entre dos suspiros.
Recuerco a mis diecisiete como recibia cartas que guardaba bajo la almohada durante dias sin abrir con el miedo de la respuesta.
No entiendo nada