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Sentencias

Una conversación oída a retazos por la calle, palabras que te llegan mientras, tumbado sobre la toalla en una playa cualquiera, intentas concentrarte en otra cosa. Partes de historias que percibes en las barras de los cafés, en los bares mientras esperas, haciendo cola para cualquier cosa.

Esas ventanas que se abren a vidas ajenas, estos hilos de colores que nos pueden engañar tantísimo, esas mirillas que creemos que nos permiten ver y saber y, cómo no, juzgar y opinar. Con esos pequeños trozos hilamos historias, rellenamos los huecos que nos faltan, insertamos cábalas y suposiciones en las lagunas que tenemos ante nosotros.

En poco tiempo, consideramos tener una imagen completa de la realidad. Y, en los segundos que siguen, la valoramos, la juzgamos, declaramos inocentes y culpables. También dejamos claro cuál sería nuestra postura, qué actitudes serían intolerables y qué concesiones no estaríamos dispuestos a hacer.

Imagínate, todo eso lo hacemos, a veces, con pequeños sonidos que llegan hasta nosotros. Siendo así, ¿qué no haremos con las historias que conocemos un poco más en profundidad? ¿Con aquellas de las que disponemos de más elementos que cuatro palabras al vuelo? ¿Con las que, de una forma u otra, nos tocan de refilón?

Tendemos al juicio rápido, a la impaciencia, al blanco y al negro. A querer simplificarlo todo, como si en este mundo solo hubiese buenos y malos. Nos inclinamos por llevar todo al extremo, por limar todas las aristas posibles para así ver una única cara, y no todas las posibles. Pero, entretanto, decidimos quién es la víctima y quién el verdugo.

Y para el verdugo, nunca, nunca hay tregua. No hay ni sombra de duda en la sentencia que le hemos otorgado. No hay opción de redimirse. Le cerramos todas las puertas y bloqueamos las rendijas y las ventanas.

Lo importante: no tener que cuestionar nuestras propias valoraciones. Reconocer que hay más, que no siempre todo es tan simple, sería equivalente a reconocer nuestro error y nuestra precipitación.

Ansiamos demasiado ser jueces. Pero dictamos sentencia sin haber dado audiencia a las partes.

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