Suscribirse por correo electrónico

Gymkana

Como si me hubiera tomado litros de café. Intranquila. Incapaz de concentrarme.

Como si viviera en una burbuja. Ausente. Viéndolo todo desde el otro lado de un cristal transparente.

Como si nada fuese real. Imperturbable. Sin que nada termine de afectarme.

Como si existiese una meta. Un punto en el que todo se acabará y el recorrido tuviese un fin.

Como si esperase. Con la sensación de que hay circunstancias generándose fuera de mi control.

Como si tuviese oportunidad. Reviviendo recuerdos de la forma más insospechada.

Como si no fuese yo. Difícilmente reconociéndome cuando me miro en ciertos espejos.

Como si aún hubiese esperanza. Aprovechando cada minuto rascado para pulir los últimos bordes.

Como si tuviese claro el sendero. Dejando migas repartidas, oyendo, comentando.

Como si hiciese frío. Tapándome cada noche sin importar la temperatura que marque el termómetro.

Como si supiera. Arropando a quien puedo, lanzando cuerdas de salvación que sé que no se usarán.

Como si me importase. Haciendo preguntas y poniendo sobre la mesa temas peliagudos. Sin quedarme a oír respuestas. Sin que las contestaciones me importen.

Como si escuchase. Mientras me repliego en mis confines.

Como si aceptase. Aunque cada paso es consciente e intenta llevarme en otra dirección. Fingida.

Como si pudiese generar momentos de paz. Espera. Esto sí puedo. Sí sé cómo. Sí sé cuándo. Sí percibo la sensación, incluso la anticipo.

Como si las promesas valiesen algo. Pero sin prestarles atención.

Como si el teléfono no existiese. Ignorándolo cada vez más.

Como si hubiese tiempo. Porque siempre lo hay.

Como si las ilusiones se pudiesen diseñar. Escogiendo colores.

Como si no fuese obligatorio decidir. Porque estar en el presente es igual de válido.

Como si cada noche fuese un reseteo. Lo es.


 

No hay comentarios: