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Una década

No recuerdo demasiado, los días se borran y se difuminan cuando intento apresarlos. En épocas de locura solo el calendario me recuerda qué día de la semana es y en qué hora me encuentro. La ciudad sigo teniéndola clara.

Pero hace diez años, un 17 de julio, paseé por una playa, por mi playa. Era por la tarde y después entramos en el sitio de siempre. Nos refrescamos. El sitio sigue siendo el mismo. Ha sido testigo de cambios y de evoluciones. La playa fue mía, después nuestra, volvió a ser mía de nuevo y ahora es de todos. Es parte de mi vida, de mi pasado. Testigo de personas y momentos que a la arena y el mar les deja indiferentes.

Un 17 de julio comencé con un "creo que..." y esa frase hizo que siguiera rodando una piedra puesta en marcha tiempo atrás, que fue adquiriendo velocidad sin que me diese cuenta. Un verano en que hubo, como en una buena historia, una introducción, un nudo y un desenlace.

No habría sido capaz de imaginar lo que en el momento fue el futuro. No tenía esperanzas, ni ilusiones predefinidas. Fui diseñando un camino que desconocía. Hoy lo recordé. En realidad, todos los años lo recuerdo, aunque no sea más que un aniversario ficticio. Se cumple una década. Me parece lejano y cercano al mismo tiempo.

Puedo reconocerme en cada una de las decisiones que fui tomando. Me gustaría darme palmadas en la espalda por la osadía de ir a contracorriente en ocasiones y de abrazarme a mí misma en otros momentos en los que me sentí sola. Me gustaría saber hacerlo mejor. Me gustaría revivir cada uno de los momentos de auténtica felicidad. Y me gustaría decirme a esa persona que fui hace años que disfrutase mucho muchísimo más. Que riese con carcajadas más limpias.

Un 17 de julio que me parece ayer.

1 comentario:

el chico de la consuelo dijo...

Los veranos siempre son hitos del calendario, cada uno con sus peculiaridades y sus personas. Mi calendario está hecho también con veranos.
abrazuchos.