"Preguntar,
¿en qué piensas? es trampa. Es inútil. Y es falso. En el mismo momento
que haces la pregunta, recibirás como respuesta una mentira"
Se
lo rebatí, intensamente además. No obstante, al final tuve que darle la
razón. Si quisiera contarme en qué pensaba, lo habría hecho ya. Si
calla, al verse con esa petición, dirá lo menos relevante. Pero dirá
algo, le respondía yo, y ese algo es como una minipieza de un puzzle.
Las
conversaciones se tornaron filosóficas, el sentido de la vida, las
experiencias, la simplificación. El desgranar puntos de vista,
confrontar opiniones y analizar postulados. Mantenía que todo es un
continuo, que no hay rupturas. Nada más alejado. Se involucraba en
aquello en lo que creía, jugaba con las distancias prudentes de quién no
le convenía. Ponía pasión en lo que hacía.
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