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No aniversarios

No es el día exacto, no se cumple ningún aniversario especial, pero los recuerdos son así, nos asaltan y nos pillan desprevenidos.
Reviso el calendario, por curiosidad, por hacer las cuentas exactas. Muy lejos y muy cerca todo. Como siempre. Las sensaciones que me acompañan siempre van por libre, deciden recorrer caminos independientes de las manecillas del reloj.

A las pocas horas de llegar me siento parte integrante del paisaje, como si siempre hubiera estado en ese lugar, como si fuera mi hábitat natural. Cada minuto que pasa se transforma en horas y, a la vuelta, la sensación es que he estado ausente muchos más días de los que marca el calendario. También se instala demasiado pronto la sensación de lejanía. No perdura lo que me gustaría.

"Para el cerebro el tiempo no existe. Cuando recuerdas algo, lo interpreta como si estuviera sucediendo en ese mismo momento". Algo así me dijeron dos personas diferentes la misma semana. Tal vez. No tengo ni idea. Solo sé que mi sensación espaciotemporal es peculiar y que recibe caras de extrañeza cuando lo comento.

No se cumple ningún aniversario, pero una chispa enciende los recuerdos y de pronto está ahí todo de nuevo. Es como dejar apartada hojarasca, arrimada con descuido a un lado y, de pronto, cuando no estoy mirando, una brasa aislada hace que se prenda.

Es imposible ignorar la llamarada que produce. La contemplo, me arrimo al calor que desprende, me siento reconfortada y sonrío sin querer. Sigo mirando cómo, poco a poco, sin que nada pueda impedirlo, se va consumiendo y es cada vez más pequeña.

Siento también el frío cuando se apaga de todo, cuando ese chispazo se pierde de nuevo. Un escalofrío involuntario me recorre.

Me devuelve al presente.

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