Es curioso cómo nos aferramos a veces a cosas que luego dejan de tener importancia alguna. Es como si nos anclásemos a un madero creyendo que es un bote salvavidas y que nuestro futuro depende de él, para más tarde descubrir que el agua ni siqiuera nos cubre la cintura.
Hay momentos en que nos falta la perspectiva, en que estamos tan obcecados en el aquí y ahora que no logramos discenir más allá. No sabemos si es productivo lo que hacemos o si giramos en círculos. En esos momentos, o días, o semanas, sobrevivir al presente parece lo único posible.
Conté los últimos meses en base a minutos y, como mucho, a horas. Ahora por fin he conseguido ver más allá, llegar incluso a semanas. Ver cómo no es necesario que mil piezas de un puzzle inexistente encajen. Al final todo depende de lo que queramos y cuándo, para así intentar lograrlo.
Cuando conseguimos ver el bosque y no solo los árboles parece increíble haber estado tan cegado, pero, a veces, para conseguir impulso, lo único que sabemos hacer es quedarnos parados.
Hay momentos en que nos falta la perspectiva, en que estamos tan obcecados en el aquí y ahora que no logramos discenir más allá. No sabemos si es productivo lo que hacemos o si giramos en círculos. En esos momentos, o días, o semanas, sobrevivir al presente parece lo único posible.
Conté los últimos meses en base a minutos y, como mucho, a horas. Ahora por fin he conseguido ver más allá, llegar incluso a semanas. Ver cómo no es necesario que mil piezas de un puzzle inexistente encajen. Al final todo depende de lo que queramos y cuándo, para así intentar lograrlo.
Cuando conseguimos ver el bosque y no solo los árboles parece increíble haber estado tan cegado, pero, a veces, para conseguir impulso, lo único que sabemos hacer es quedarnos parados.
1 comentario:
Que buen simil
el de intentar bracear
a lo loco
sin darnos cuenta
de tener el agua
a la altura de las rodillas.
Que cerca estaba
el Costa Concordia
de la orilla
y que lejos
se vieron
los pasajeros.
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