Suscribirse por correo electrónico

Derrotas

Dicen que los inicios son duros, pero se callan que los finales lo son aún más.

Cuando comentas en voz alta una nueva idea, un nuevo proyecto, de los rincones saldrán voces negativas indicándote que no es viable, que eres un iluso, que no se puede llevar a cabo. Que no sabes las fuerzas que se necesitan para llevarlo a cabo, que desconoces el precio que tendrás que pagar por ponerlo en marcha.

Sí, cuando empiezas tendrás con suerte un par de voces que te alienten, el resto tirarán de tu carro hacia atrás, pero tú aún tienes energía, ilusión. Aún te brillan los ojos al imaginarte cómo podría ser una vez terminado, lo bien que funcionará. Te quedan reservas de optimismo para que los comentarios negativos no hagan (demasiada) mella en tu espíritu.

Pero... nadie te avisa de los finales. Nadie te advierte de lo lánguidos que se vuelven los últimos momentos, donde aún quieres salvarlo todo, pero ya no te quedan fuerzas. Nadie te indica cuándo es el momento de parar, antes de sucumbir junto con la idea. Nadie te previene contra los instantes en que dudas de todo, en que parece que todo se ha ido a pique pero todavía buscas una solución para remediarlo.
Nadie te dice que poner parches consume, que agota y que te absorbe la energía. Nadie te dará ese balón de oxígeno que parecerá faltarte.

No importa el tiempo que le hayas dedicado. Algunos proyectos ocupan días, otros años y otros, media vida. Ver cómo agonizan y saber cuándo es el momento de echar el cierre y decir hasta aquí es mil veces peor que comenzar, porque eran tus proyectos, tus ilusiones, tu vida. Y aunque no haya sido un fracaso, aunque solo por intentarlo haya merecido la pena, aunque hayas aprendido mil cosas por el camino... no deja de sentirse como una derrota. Como haberse fallado ante el peor juez: uno mismo.

3 comentarios:

pseudosocióloga dijo...

¡Vaya!
Yo te daba por perdida...

Bett dijo...

Pues por aquí sigo, aunque menos de lo que me gustaría.

Al final todos los textos me quedan demasiado lúgubres, cuando la realidad es diferente y no es en absoluto tan negra. Será como eso que dicen, que los mejores relatos de amor son los que se escriben sin estar enamorados, porque sino quedan demasiado ñoños.


Gracias por pasarte!

Diva Gando dijo...

Que cierto!! Es mucho más difícil acabar que empezar y saber cuando hacerlo. Buena reflexión.