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Tartas

Tú tienes un trozo de tarta para ti sola. Apetecible, de esos que cuando los demás la ven te dicen "¡qué buena pinta! ¡qué rica debe estar!". Como es tu trozo y ya lo conoces, ya lo has probado sabes que sí, que la tarta está rica, aunque a veces empalague y aunque a veces se te haga pesada. Pero te gusta el sabor y el trozo tiene un tamaño razonable. Estás conforme.

En tu búsqueda continua de nuevas cosas que te pueden apetecer, te acaban ofreciendo un trozo de otra tarta.  Un trozo diferente al que tú ya tienes en tu plato. También tiene buena pinta, pero es más pequeño. Sólo puedes ver el exterior, no lo has probado y tienes que juzgar en función de eso.

No te puedes quedar los dos trozos de tarta, hay que elegir uno.
Y los miras. Los vuelves a mirar. El que ya tienes se hace pesado, pero sabes que puedes comerlo más despacio, hacer que te dure más y no tener problemas. El que te ofrecen puede llegar a saberte a poco, puede que su sabor te aburra al cabo de poco tiempo, aunque es poco probable.

Al final, después de mirar, de pensar en mil cosas, en mil absurdeces, decides que mejor te quedas con tu tarta de sabor único y que rechazas la que ofrecen con fresas y nata.

Y viendo que todo el mundo se queda sin postre, te asusta saber que estás rechazando algo que en el futuro te puede hacer falta.


2 comentarios:

el chico de la consuelo dijo...

En estos tiempos de tormenta, los experimentos con gasesosa!!!

Bett dijo...

Lo de las tartas es complicado, sí. Si te contara... menos de 24h horas y las opciones ya han cambiado!