Lo cierto es que escribo, garabateo a todas horas, casi sin parar, más de lo que soy consciente y, aún así, menos de lo que me gustaría.
Escribo, pergeño en mi cabeza inicios de historias, continuaciones, les doy finales. En los momentos de espera, en los paseos a solas, en los viajes, en cualquier rato muerto.
Durmiendo, adormilándome. Surgen ideas que quiero capturar, ovillos de los cuales, tal vez, podría tirar, historias que en los sueños se confunden, se entrelazan y adquieren una vida que jamás habría sido capaz de soñar para ellas.
No todo es ficción. En ocasiones son pensamientos, garabatos, apuntes y escritos mucho más prosaicos, menos bellos, pero necesarios. Listas de tareas, cartas oficiales, comunicados... también, todo eso, es escribir.
No todo es trabajo y obligaciones. A veces busco la forma de hilar pensamientos inconexos, trato de crear ese puente invisible entre ellos, que percibo, pero no aprehendo. A veces es enfrentarse a algo que no quiero, a opciones, posibilidades y desacuerdos. En un mundo en el que la tecnología graba cada segundo que vivimos, la memoria es lo que más ralla, desdibuja, falsea y pule las experiencias, los momentos.
Escribo, porque aunque sea tecleando, sin el callo que me sale en el dedo cada época de exámenes, es la forma de canalizar el torrente de palabras que continuamente se me forma en la cabeza. De vaciarla un poco, de hacer sitio, de ordenarla. De bajar el volumen a ese transistor averiado que retransmite continuamente.
Escribo, muchas veces para mí. En otras ocasiones para otros, con destinatario de nombre y apellidos, o para genéricos, para que cualquier persona accidental se transforme en oyente.
Releo. Muchas veces cada palabra me hace saborear exactamente el momento en el que aquello salió de mí. Recordar los motivos y entrever en las líneas la emoción contenida. Repaso, en ocasiones sin creerme que haya sido yo la persona capaz de hilar con decencia palabras concretas.
Guardo. Cajas, libretas, apuntes. Mi letra, mis cambios, mis miedos, sueños, aspiraciones, mis listas de propósitos, mis objetivos, mis alegrías.
Escribo. Es la forma de transmitir hacia fuera todo lo que llevo dentro.
Escribo, pergeño en mi cabeza inicios de historias, continuaciones, les doy finales. En los momentos de espera, en los paseos a solas, en los viajes, en cualquier rato muerto.
Durmiendo, adormilándome. Surgen ideas que quiero capturar, ovillos de los cuales, tal vez, podría tirar, historias que en los sueños se confunden, se entrelazan y adquieren una vida que jamás habría sido capaz de soñar para ellas.
No todo es ficción. En ocasiones son pensamientos, garabatos, apuntes y escritos mucho más prosaicos, menos bellos, pero necesarios. Listas de tareas, cartas oficiales, comunicados... también, todo eso, es escribir.
No todo es trabajo y obligaciones. A veces busco la forma de hilar pensamientos inconexos, trato de crear ese puente invisible entre ellos, que percibo, pero no aprehendo. A veces es enfrentarse a algo que no quiero, a opciones, posibilidades y desacuerdos. En un mundo en el que la tecnología graba cada segundo que vivimos, la memoria es lo que más ralla, desdibuja, falsea y pule las experiencias, los momentos.
Escribo, porque aunque sea tecleando, sin el callo que me sale en el dedo cada época de exámenes, es la forma de canalizar el torrente de palabras que continuamente se me forma en la cabeza. De vaciarla un poco, de hacer sitio, de ordenarla. De bajar el volumen a ese transistor averiado que retransmite continuamente.
Escribo, muchas veces para mí. En otras ocasiones para otros, con destinatario de nombre y apellidos, o para genéricos, para que cualquier persona accidental se transforme en oyente.
Releo. Muchas veces cada palabra me hace saborear exactamente el momento en el que aquello salió de mí. Recordar los motivos y entrever en las líneas la emoción contenida. Repaso, en ocasiones sin creerme que haya sido yo la persona capaz de hilar con decencia palabras concretas.
Guardo. Cajas, libretas, apuntes. Mi letra, mis cambios, mis miedos, sueños, aspiraciones, mis listas de propósitos, mis objetivos, mis alegrías.
Escribo. Es la forma de transmitir hacia fuera todo lo que llevo dentro.
2 comentarios:
año nuevo, blog nuevo.
Feliz año!!
No sé si blog nuevo... aunque lo parece. En todo caso, año nuevo, intención de publicar regularmente.
Hasta los topos salen a la superficie de vez en cuando :D
Publicar un comentario